miércoles, 11 de noviembre de 2009

MICRORRELATO


Penélope no quiere abrir los ojos, desearía que la noche durara eternamente, el día le trae infinitas pesadillas.


Ya no disfruta en su jardín, ya no riega las flores, ni les habla ni las mira. El césped echa de menos sus pisadas y sus juegos con el pequeño Stradivarius.


El sol la busca entre los árboles, desea dorar su linda piel, pero no la encuentra, y se esconde cada tarde pensando que mañana será otro día.

La mecedora espera en total quietud, el hielo de la limonada se derrite, las nubes pasan una tras otra, de forma precipitada, pero nada cambia.


Y Penélope llora en sueños, pues pronto amanecerá. Y grita, y cierra los ojos con fuerza. Desea que todo sea como era, sin embargo, nada será lo que fue.

El destino...¿qué es el destino? ¿quién ha marcado el suyo?

Ya no disfruta de los largos paseos, de sus baños de espuma a la luz de las velas, ni de su comida favorita. Hace meses que no habla con nadie, que no le cuenta a su amiga sus mas íntimos deseos, sus esperanzas, sus ilusiones.

Las páginas de sus libros añoran volver a ser abiertas y leídas, sus CDs están mudos hace tiempo y en su caballete espera un lienzo que quedó a medio pintar.

Los aromas de sus perfumes permanecen encerrados en sus frascos y sus vestidos aguardan inmóviles en el armario deseosos, de nuevo, de envolver su piel.

Pero, para ella, su lecho es su mundo ahora, sus amigas son las sábanas y su vida ...sus sueños.

Penélope hoy, no quiere abrir los ojos.

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